sábado, 30 de abril de 2011
Carrizo de Amadeo - Racing Vs. River
Por Germán Gerbo (Cultura de Luto este Sabato)
El clásico se presenta como el más antiguo, dicen los libros de historia, sin embargo los resultados dictaminan una amplia paternidad del conjunto de Núñez que hoy, ante la falta de uno de sus volantes tanto defensivos como de creación, planteaba un esquema distinto, con dos delanteros (si es que se puede llamar al morocho flaquito así) y un doble cinco formado por Almeyda y el peruano Josemir Ballón, que en sus primeras presentaciones con la casaca millonaria dejo mucho que desear.
En un principio hubo un corte en mitad de cancha en un cuanto a rendimientos: En ofensiva se fue vertical pero no contundente, ante la posibilidad de alternar posiciones entre Funes Mori y Pavone las chances de atacar eran más amplias, junto con un Erik Lamela inspirado en usar jugadores como cortina y emitir distintos tipos de pase-gol. A pesar de esto y al chocarse con una superioridad leve adelante, no se encontró la llave para hacer delirar a los hinchas que colmaron una de las cabeceras del Estadio Juan Domingo Perón. Luego de una jugada de antología de nuestro diez, tan trasladador como distribuidor se escabulló hasta el punto del penal donde fue derribado con claridad y tras decretar la pena máxima, pavone trocó por una alegría que con el correr de los minutos nos iba a hacer fumarnos los nervios a todo portador de sangre roja y blanca.
En la zona de exculpación de la valla la diligencia estaba turbia como pocas veces, las muchas llegadas del equipo de Avellaneda con pelotazos cruzados y por las puntas hacían estragos, tan solo dejando a destacar en los cuarenta minutos que jugó un Juan Manuel Diaz enchufadisimo, tal es así que termino viendo la cartulina roja y dejando al equipo en desventaja numérica pintando un panorama más que complicado para el complemento.
Voy a escribir un párrafo aparte para la figura de este partido, ese que le saco un zurdazo imposible al colombiano, que aguanto un segundo tiempo poniéndole un pestillo inquebrantable a los tres palos, tapando con alma y vida ante remates de afuera del área y desbordes racinguistas, ahogando gritos de gol, arrancando cueros cabelludos en el hormigón, poniendo de manifiesto porque debe permanecer en la institución que lo vio nacer y crecer, Juan Pablo, cada vez te haces más inmenso y eterno, gracias por tu existencia entre los mortales.
El segundo tiempo fue enteramente Académico: La banda tuvo que hacer un esfuerzo monumental para contener los embates del rival, algunas individualidades se hicieron presentes, tales como Adalberto Román, de gran actuación yendo a trabar con ánima y existencia, Un Almeyda de marca total, aferrándose a un retrasamiento inminente, resignando alguna que otra escapada, Ballón teniendo una aprobada performance con Ferrero un poco más rustico, despejando lo que le llegada. Al ataque se le encajó la faja de clausura total, franco antes del día del trabajador para Fernández, el arquero de Racing.
Se sufrió más de la cuenta, pero fundamentalmente voy a destacar que en los momentos más tensos y reñidos, no se dejo la idea del acarreo de la “caprichosa” mediante el santo toque, ese que en su época quiso proliferar Cappa sin éxito y hoy tímidamente, asoma en la ventana del triunfo que abre sus puertas.
Para finalizar el relato de un épico triunfo, con dientes apretados, no apto para cardiacos, decreto casi un mandamiento Riverplatense: “ahora, a no perder más puntos”
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