Por Germán Gerbo
Lo malo del encuentro opaco hasta los pequeños destellos de buenas actuaciones a nivel individual, apenas algunas aproximaciones inofensivas del conjunto millonario y las constantes arremetidas de Olimpo tanto con centros en el primer tiempo, como con la pelota un tanto más dominada ya en el complemento. En este bodrio se firmo un empate que no es negocio para nadie, podría haber sido la salida más directa de la promoción para River como el camino a la punta del Aurinegro, sin embargo lo que los medios caratulaban como una “gran final” termino siendo otro baldazo de agua fría contra la nuca de los hinchas, ya en un estado de alerta amarilla con los promedios que se acercan con los dientes afilados.
Desde un arranque nos supieron amordazar sin que podamos tener la más mínima reacción: Gonzales Pirez (de gran nivel) y Ferrero pudieron contener las llegadas con sagaces cruces de jugadores como Rolle y Aguirre, perseverantes para crear peligro. Por las puntas no solo ni siquiera la función defensiva fue eficaz, sino que la claridad con la que Juan Manuel Díaz supo atacar en sus momentos con continuidad titular no se vio, ni hablar del otro lado, de Ferrari que ya nos acostumbra a un vacio lleno de perdidas y errores que termina por eclipsar ese sector de la cancha (en el mal sentido).
Adelante no pudieron concretar ni el más mínimo chispazo de conexión. Lamela como es de costumbre llevándose a fuerza de pisadas la pelota, ganando posicionamiento y eludiendo marcas, acompañado de dos delanteros que no se sabe si realmente son tal, uno retrasado, por momentos comprometido con la marca (como si nos faltase fuerza abajo jugando con tres centrales y dos laterales como volantes) y pivoteando para ganar espacios y tiempo de tenencia, pero al parecer se nubló con el correr del tiempo. Y el otro ya dejo de jugar desde el arranque para quejarse y quejarse, olvidándose que debía correr en busca de un pase habilitación que nos de esos tan ansiados tres puntos vitales.
En medio campo tampoco se genero absolutamente nada, un Almeyda nuevamente sobrecargado no pudo consigo mismo ante un Acevedo incompetente de muy bajo nivel, tuvo que ir al choque constantemente dejando de lado su función lúdica con la pelota.
Hay cierta complicidad de JJ López en el resultado debido al retrasamiento del equipo, genero un planteo contrario a lo que se debería haber hecho, simplemente con cambios por motivos físicos, no supo disponer una ofensiva de peso relegando players al banco que hubiesen podido ser una vuelta de tuerca para algo que indefectiblemente destinaba a la derrota.
Por un lado la mala racha podría desembocar con algunas victorias en la clasificación a la próxima Copa Sudamericana junto con el olvido definitivo de los fantasmas del descenso, lo cual sería un empujón anímico y otro serio problema debido a lo corto del plantel.
Tres finales se avecinan para la historia entera de River, donde no solo vamos a depender de nuestras aptitudes, sino de los resultados que obtengan nuestros competidores directos que algunos todavía deben enfrentarse. Por un lado tendremos un final haciendo de árbitro contra uno de los mejores equipos del país, una anteúltima fecha que hace seis meses nos deparó una dolorosa derrota y a continuación contra un equipo que deambula en la tabla con buenas actuaciones de mitad de cancha en adelante.
Como frase final otro grito unánime se hace eco en mi boca: “A ganar por nuestra historia”
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