Por Germán Gerbo
El miedo en la profundidad de las tinieblas nos paraliza y nos desespera, nos hace auto condenarnos al fracaso y la exclusión de diferentes torneos relegándonos a pelear tablas inimaginables tiempo atrás, hoy nos hacen protagonizar episodios como este donde jugadores y técnico son incapaces por completo, donde la disposición en la cancha es vergonzosa, donde un tonto e ingenuo hincha se digiere todo el chamuyo de alentar en la buenas y en las malas a costa de un robo alevoso a la pasión, manchada por demás. Dimos cátedra de equipo de promoción, tirando nuestro últimos manotazos de ahogado para salir de la zona afligida. Si lugar a dudas, realizar así los compromisos, es la forma más eficiente de auto flagelarse…
De entrada se plantó un equipo distintamente parado a diferencia de los otros encuentros, intentando revivir lo que hipotéticamente fue un “mediocampo más activo” con Buonanotte y Lanzini, que junto con Lamela (de flojo pretendiesen buscar al mediocre Carusso, siempre presente en los lugares que no debe estar.
En las líneas defensivas nuevamente se volvía a reclutar la línea de cinco de comienzo de torneo (supuestamente tres centrales y dos volantes laterales), que venía de una serie ininterrumpida de errores que costaron caro. La vuelta de Maidana definitivamente recuperado de la lesión presuponía una referencia infranqueable en ese sector del verde césped, sin embargo el factor clave a la hora de evitar los embates mortales contra el arco fue el veinticinco, haciendo honor al dicho de que “el ataque comienza por la defensa” le dio arranque a la jugada del gol cortando un contragolpe clarísimo.
En mitad de cancha simplemente estuvo Almeyda, dedicándose a correr, marcar y jugar, al límite de la sobre exigencia fue de lo mejor de River. En un principio se mostró para jugar y estuvo inteligente para trasladar la pelota y producir su libre locomoción en territorio adversario perjudicado por dificultades extrínsecas.
En la segunda mitad se produjo un cambio insólito, sacando a los dos jugadores que se les quiso dar continuidad, ¿qué paradoja posicionar estos dos muchachos que no venían siendo de la partida como titulares y sacarlos en el entretiempo no?, una manera de limpiarse las manos de JJ a la hora de ir a la conferencia de prensa y poder decir “no señores, yo puse todo en cancha”, la verdad, deja muchísimo que desear. Quedo en evidencia la incompetencia de este técnico ya que al poner a Pavone y al muerto de Funes Mori, uno de los peores, no le cabe mejor adjetivo, produjo un gol raspando la errada, casi sin esperarlo ni quererlo Carusso, como suele hacer ya que su compromiso para un real posicionamiento para acertar en la diana de la portería.
Hoy termino de caer que estamos completamente a merced de los resultados especulativos y de la maldita calculadora, que esta vez aparte de hacerte reprobar matemática, está a punto de dejarnos con asignaturas pendientes ya terminado el Clausura.
Para cerrar esta inscripción lapidaria que perpetuara la historia millonaria, una historia negra, sombría, de esas que nos costará enormes esfuerzos remontar, dejo en claro que es lo que pasa hoy en día por la cabeza del hincha de La Banda aparte de la meca de dos triunfos al hilo para esperar el impacto mortal de cavilar por los partidos de equipos como Olimpo: “Por favor Quilmes y Newells”.
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