lunes, 19 de septiembre de 2011

De no creer - Deportivo Merlo Vs. River



Por Germán Gerbo


Un hecho inhóspito para cualquier simpatizante de este bendito deporte, gracias a las vueltas de la vida y digamos a ciertos hechos de índole nacional que se han producido en este último tiempo, el destino tal vez quiso que se enfrentara mi glorioso River Plate contra Deportivo Merlo, un humilde club de zona oeste del conurbano bonaerense poseedor del presupuesto más bajo de la categoría, que por el transcurrir de este misterioso match y la colaboración del equipo de Nuñez, se dio a relucir otra cara del “charro”.
Me son escasas las palabras para definir este resultado, se que haciendo un análisis puntilloso como el que suelo hacer lograré ciertas conclusiones, pero como a más de un Riverplatense le ocurrió, tuvo que refregarse los ojos para poder creer las secuelas de esta inusual visita a Avellaneda.
La tarde noche comenzaba a fuerza de errores, sin muchas propuestas Merlo avanzaba en los primeros minutos pudiendo capitalizar errores en las líneas defensivas de La Banda, un Alayes desorientado daba a relucir un flanco por el cual se podría arremeter contra el arco de Chichizola. Por otro lado la libertad de juego que se dio en mitad de cancha sembró dos dudas, en primer lugar si es efectivo jugar con tres cincos, al parecer de muchos, es restar poder ofensivo, y la segunda si realmente Domingo está apto para vestir los colores millonarios, constantemente hizo vista a cuanto delantero se le acercase y erro cuanto paso se le expuso delante de sus ojos, uno de los puntos más flojos.
En ofensiva se vio un gran decaimiento, ya que el juego colectivo no se hizo presente, Ocampos tuvo que tomar la solitaria iniciativa de generar un ducto de llegada por la izquierda junto con destellos del tiempista de Alejandro Domínguez, despavorido y excedido en sus tareas como delantero, tuvo que dejar su posición para comprometerse con la marca y hasta con quites trascendentales en el área propia.
Sanchez y Aguirre, baluartes indispensables del equipo de Almeyda, mermaron su rendimiento de una manera drástica, en particular el primero, se lo vio perdido en la cancha ocupando una posición no correspondida y dubitativo en la tenencia del balón, sin duda el partido más flojo desde su llegada. Realmente es una lástima que suceda esto ya que estamos en presencia de dos jugadores que se complementan el uno al otro, que quiero decir con esto, uno suele vestirse de asistidor y el otro de receptor constantemente y viceversa (véanse los primeros goles de River en el campeonato), dando a entender que cualidades técnicas no faltan, será cuestión de retomar el sendero del buen paladar futbolístico.
En la agonía del encuentro se llegó a un punto culmine: ver a aquel equipito de Zona Oeste darse el lujo de tirar caños y gambetas, ¿Ni una gota de sangre corre por la piel de estos jugadores? Es increíble como no sienten vergüenza de ser humillado por un no correspondido con respecto a nuestros palmares.
Lo preocupante en este caso fue la actitud derrotista, pasando constantemente la pelota hacia el guardameta el cual llegó al hartazgo, arengando a los players a que de una buena vez por todas “vayan para adelante”. Este hecho sucedió en el partido anterior, por lo tanto creo que la claridad con la que se puede divisar este problema es inminente, no se debe rememorar ni un segundo más a aquel River intrascendente de protagonistas mediocres que supimos ver desde hace dos años, es la hora de tomar el timón por las astas y dar un giro significativo para que aquellos flagelos de la historia no vuelvan a materializarse en este presente que ya desde el vamos, nos tiene a mal traer.

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