lunes, 28 de febrero de 2011

Una sana costumbre - Independiente Vs. River




Por Germán Gerbo

Promediando las seis de la tarde me dispuse a tomar el 24, ese colectivo que me deposite en el recinto deportivo del conjunto de Avellaneda, rival de turno para el equipo Millonario, ansioso por aquellos “porotos” que le den un respiro transitorio en esa zona roja del descenso.

Ya ubicado en la tribuna popular visitante, en el extremo derecho superior, alejado de la “pyme” que se ubica en el centro y se da a llamar hinchada de nuestro equipo compuesta por “hinchas”, los players pisaron el verde césped vivaces por los buenos augurios que se proclamaban en la previa: Un River débil de visitante, en busca de puntos fundamentales pero sin olvidar la actuación de la fecha pasada contra un Independiente vencedor en un encuentro cien por cien copero contra Peñarol. Las palabras están de más a la hora de decir que la Banda siempre irá en busca de prorrogar esa sana paternidad que tenemos con nuestros hijos de zona sur durante los años.

El tramite comenzó con un conjunto Rojo encarador, con buen toque hacia las puntos y por momentos logrando desbaratar la defensa riverplatense pero sin una contundencia que nos haga decir “el gol está al caer” por lo tanto los defensores del conjunto de Núñez, especialmente Román, tuvieron una buena tarde junto al juvenil arquero Leandro Chichizola. Como nos salvaste pibe, seguí emulando al glorioso JP que vas por buen camino.

Por nuestra parte, pasada la intempestiva del rival y esa serie de pelotazos hacia el eterno soltero de la pelota se canalizaban mediante cambios de frente por parte de Acevedo (de gran tarea en la gestación del juego) hacia Juan Manuél Diaz, que generó un surco por la izquierda y Paulo Ferrari, el cual va elevando su nivel partido a partido con ciertas oscilaciones hacia ese team fatal de hace un par de semestres. Por otro lado tuvimos a los muchachitos, los jovencitos de siempre, que aparentemente no hicieron la tarea que pidió el profesor, se los vio intermitentes y en el caso de Manuel Lanzini, desaparecido.

Hubo un claro compromiso a ser más, si, no ser superior, sino ser más dentro de la monotonía del fútbol que nos agobia. Dentro de esta perspectiva, nunca se dejo de dar a relucir las fragilidades defensivas y errores de concepción de la jugada ya cotidianos en el día a día del equipo del monumental, en ambos tiempos sucedieron estas mismas fallas, que en parte fueron enmendadas por el buen accionar del mediocampo, la persistencia de nuestro único punta y la solidez de nuestros
centrales.

En el complemento el panorama siguió parejo, sin sobresaltos, con el conjunto del sur generando temor de contra pero sin poder concretar ante las estiradas del arquero. El conjunto de la banda encontró los espacios para poder embestir hacia la humanidad de Hilario Navarro pero falto de puntería.

Ya en la agonía del pleito, cuando nos preocupaba más la salida del estadio que lo que se mostraba en sí, apareció luego de un error defensivo de Matheu el jugador persevérate del equipo, ese que se cansa de batallar e imponer su físico para una mejor relación con la pelota, encaró hacia los tres palos y por un hecho fortuito, porque el material del esférico quiso que su revote le sea favorable, se encontró sin nadie que se le interponga en su camino e hizo un pase a la red, para estampar el 0-1 definitivo, para que el fanático, el verdadero no el lucrante, se abrace y se desgarre las cuerdas vocales estremeciendo los débiles cimientos de la popular.

Comentario final: Sabiendo que se está puntero, a no decaer y que la ambición ganadora no nos sea esquiva.

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